La montaña
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Él llega a casa después de una dura jornada

#NuestrosHéroes

En la cara lleva la marca de tener puestas las gafas, la mascarilla, la pantalla, en las manos unos guantes y, en su cuerpo, una bata. Ésa es su defensa, ésa es su coraza, para luchar contra todo y contra nada

Llega a casa después de una dura jornada

Se mentaliza de que al llegar tiene una ardua tarea, quitarse toda esa ropa, ponerla a desinfectar, lavarse y lavarse las manos y por supuesto, cambiarse de cara, plantarse su sonrisa y no decir nada.

A la hora de la comida, ellas preguntarán. Querrán saber los detalles, pero él les mentirá. Todo bien, de momento, hoy no ha estado mal. Cambiará de tema, por disimular, por no reconocer su angustia, su ansiedad y su malestar. Lo que vive en el trabajo, nunca antes lo pudo imaginar.

Está muy buena la comida les dirá, con una leve sonrisa, los ojos cansados y el alma herida.

Ellas le contarán a su padre lo que hicieron mientras él no estaba, que si los trabajos de clase, los comentarios del grupo de WhatsApp de la universidad, que han tocado y cantado juntas y que han grabado un video para animar a los demás. Que han hablado con su madre por videoconferencia y han lavado y tendido la ropa, han limpiado la casa y han sacado al perro a pasear.

Él las escucha mientras hablan con esa cara de mirada perdida. Perdida en esos pensamientos que no se van, que le rodean, le invaden y no le dejan descansar. Está agotado y su rutina le ahoga, le acongoja y le desarma.

Debe pensar en positivo

Mantener las fuerzas y no flaquear, por él, por sus hijas y por los demás.

Siempre disfrutó de su trabajo, enfermero entregado, paciente, atento, gustoso de lo que hacía, escuchando a sus pacientes, siempre en equilibrio y armonía.

Ahora todo ese equilibrio se ha roto, se han transformado las preferencias, los valores y las necesidades. Su presión día a día es superarse, pues ahora más que nunca, no puede fallar. Los pacientes dependen de su saber hacer, y saber estar y saber ser, de sus nervios contenidos, de su templanza y su serenidad.

Quizá su ritmo de trabajo cambie y por necesidades, les trasladen a un hospital.

Pensar en eso es muy duro

 El trabajo en Atención Primaria, en el medio rural es una cosa, pero la batalla que se está librando en los hospitales… Quizá sea su reto más grande.

Empequeñecido se queda todo alrededor con solo pensar en esa situación.

Por las noches trata de relajarse antes de cenar, sacar a Fito a pasear también le sirve para desconectar, respirar aire fresco, sin la mascarilla. Sentarse en su estudio de música a tocar el oboe, dejarse llevar.

Y ya en la cama, repasa el día, contempla las opciones, lee las noticias a través del móvil. Ordena sus pensamientos. A veces se ríe del ingenio y la creatividad de algunos que a pesar de esta tremenda situación, sacan tiempo para transformar la realidad y hacer que los demás, esbocen una sonrisa, se olviden y por un momento, no les duela hasta respirar.

Mañana ya es otro día, y no sabe qué le depara. Ayer Florentina estaba grave, con ochenta años, es difícil que haya superado la noche, y será otra más. Otra de sus pacientes, mayores e indefensa ante este virus mortal.

Otra cruz que habrá en el cementerio

Junto a todas las demás. Cientos que no imaginaba que pudiera contar. Y entre pensar en todo eso y el agotamiento, cerrará por fin los ojos e intentará descansar. Soñará con sus paseos por Picos de Europa, con su perro, su mochila y el aire, la nieve y el frío.

Algunas soluciones para los tiempos que corren. Soñar y no querer despertar a una realidad que nos devora y amenaza nuestra integridad.

Soy Asesora de Imagen. Escribo Relatos y Poesía, Creo mis temas Musicales y soy apasionada de la Fotografía. Estos son mis recursos para compartir experiencias y vivencias cotidianas.

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