DÍA CUADRAGÉSIMO SEGUNDO. Sábado 25 de Abril
Cuando empiezas con arreglos y reformas, es difícil terminar
A primera hora de la mañana, llegó mi pedido de latiguillos para finalizar con la instalación del grifo nuevo para la cocina. Repetí la operación del día anterior y dispuse las herramientas necesarias y dejé todo preparado.
Cuando empiezas con arreglos y reformas, es difícil terminar. Pero en esta ocasión, contaba con ventaja, puesto que sabía cómo debía de trabajar en el espacio que tenía y además, el día anterior me sirvió de aprendizaje, con lo cual, ahora iría más rápido.
Esta vez sentada en el suelo, acoplé los nuevos latiguillos de prolongación, desde el grifo, para llegar a las llaves de entrada del agua en la pared, bajo el fregadero. Apreté bien las tuercas para no tener pérdidas. Por supuesto, puse teflón en todas las uniones, con su correspondiente junta. Cuando quise acoplar los latiguillos a la pared, una nueva aventura.
Con esta, ya van cuatro
Sí conecté los latiguillos para prolongar su medida y llegar a la pared, pero no pude hacerlo a las llaves de entrada de agua. Son antiguas y no eran de la misma medida. Rápidamente llamé por teléfono a la ferretería para saber si atendían al público. Contestaron que sí. Me preparé para bajar a la calle a por dos piezas para solucionar de una vez por todas, la situación. Me atendieron muy bien en la ferretería y regresé a casa deseando finalizar el trabajo y ver el resultado.
Con dos acoples en los latiguillos, y después de varias rectificaciones para poder apretar las tuercas y que no se girasen los latiguillos, conseguí que finalizara el reto. Todo parecía estar correcto y en orden.
El momento de las comprobaciones y los aplausos
Tras abrir la llave de paso de agua general, abrí también las de entrada de agua en la cocina y comprobé qué era lo que sucedía al abrir el grifo.
La quinta jugada del principiante
Durante unos minutos estuve bajo el fregadero metida, observando atentamente todas y cada una de las conexiones. Con linterna en mano y servilleta de papel por ver si había humedad en alguna de las juntas. Pude comprobar que caía una gotita de agua justo por debajo del anclaje del grifo al fregadero. De nuevo, otro problema y vuelta a empezar para levantar el grifo. Tuve que desenroscar todo, para poder elevarlo y apretar todas las conexiones. Quizá no hice demasiada fuerza, temiendo partir alguna unión.
Todo volvió a repetirse, esta vez, con más destreza y habilidad, y mejores posiciones. Probando otra forma de proceder para mejorar el trabajo hecho de una manera diferente antes.
En fin…todo fue en vano. Después de dos días de trabajo duro, de ensayo-error, pude comprobar que la pérdida de agua no tenía nada que ver con todo lo que yo había hecho. El grifo pierde algo de agua en una de las piezas del cuello, que provoca que el agua resbale por el anclaje al fregadero y se cuele hacia el interior del mueble. Investigué por la tarde cómo podía solucionarlo, y de hecho probé a hacer algo que había visto en un tutorial.
Desmonté las piezas del grifo, hasta donde fui capaz, ya que no tenía una llave de plástico para continuar con una rosca, y ante el riesgo de romperla, decidí, darme por vencida.
En esta ocasión, la batalla la ha ganado la instalación de un grifo, que me ha vuelto loca, he insistido pero al final, me ha agotado y machacado.
Por si fuera poco, mi madre me cuenta que acaba de fallar la cisterna de su baño.
¡Me voy a dormir!