DÍA TRIGÉSIMO QUINTO. Sábado 18 de Abril. 18:26h
La música, esa fiel compañera que me acompaña en mi vida
Anoche estuve viendo un concierto, sesión privada en vivo en París, del grupo Cigarettes After Sex, que, como alguien me dijo en una ocasión, su música te acuna y así fue. Conseguí relajarme mientras disfrutaba de su música envolvente, tumbada en mi cama hasta las 2 de la madrugada, que me dormí.
La música, esa fiel compañera que me acompaña en mi vida.
Siempre ha estado presente
Desde que era niña. Son tantos los momentos que una música puede evocarme, y la cantidad de sensaciones que es capaz de desatar en mí.
Desde pequeña, en mi casa, la música formaba parte de la cotidianidad del día. Mis padres han sido siempre muy cantarines y además, con un oído y afinación excelente.
En mi casa no cabían más instrumentos. Mi padre tenía varios. Un maravilloso acordeón, un órgano, una armónica, una melódica…y los tocaba todos. En cuanto se ponía a tocar cualquiera de ellos, allí estábamos mis hermanos y yo, revoloteando, queriendo tocar también.
Siempre me gustó escuchar a mis padres cantar, a los dos juntos o por separado. Tenían sus temas favoritos, pero en mi casa nunca faltaban las notas musicales sobrevolando el espacio de nuestras habitaciones, bien por cantar o por escuchar música. Imaginad, una familia de siete miembros y cada cual con sus habilidades artísticas: música, canto e instrumentos varios.
En cualquier acontecimiento en el que nos juntábamos, la música era el principal nexo de unión. Hoy en día sigue pasando lo mismo. Un amplificador, unos micros, unas guitarras, percusión, un piano… da igual, nos encanta disfrutar de estar juntos y celebramos ese momento cantando, tocando y bailando, desde el más pequeño, hasta el mayor.
Eso haremos en cuanto todo esto termine
Celebraremos vernos de nuevo, estar y haber superado esta amarga experiencia de vida, desde el más pequeño, hasta el mayor.
Gracias a la música, he podido llevar mejor mis peores momentos durante esta enfermedad. Tiene la capacidad de eliminar mis miedos, hacerme volar a otros espacios y lugares, evadirme de malos momentos, aunque también me inunda de melancolía y ese es el lugar más peligroso del que cuesta salir.
Tengo suerte de tener un amplio gusto musical y es una herramienta propia que puedo utilizar para sobrellevar muchas circunstancias.
Me ha acompañado prácticamente siempre en mi lugar de trabajo. Utilizo un fondo musical sin voces normalmente para poder escribir. Conduciendo, es uno de los lugares donde más lo disfruto. Sola o en compañía de mis hijas, nos encanta compartir nuestras preferencias. Se diría que no sé estar sin música, me siento extraña y es como si me faltara algo.
Escribiendo un día más
Sábado, tranquilo y relajado, escribiendo un día más, y de fondo suena Peaceful Piano, que me acompaña. Mientras, en un rincón, murmura el arrullo del humidificador. Yo sentada en el sofá del cuarto donde escribo y a mi lado derecho, la ventana, con el estor subido para que entre toda la luz.
La luz de un día cubierto y apagado, de esos tristones, pero especiales para escribir, tan solo me falta la lluvia, y ya sería perfecto.
Pero perfecto es y será porque lo estoy contando e intento desgranar y saborear cada hora del día.
Me siento privilegiada por mis condiciones y por lo que tengo, ya lo era antes, pero ahora un poco más si cabe.
Que este virus desaparezca y solo nos queden las ganas de hacer cosas mejores. Las ganas de no volver a la normalidad, parece que ha traído consecuencias. Las ganas de superarnos juntos y volver a compartir sin miedo, entre muchas otras cosas, la música.