Intentando adaptarse a la actividad que nos permiten tener. Domingo 3 de Mayo. Día 50

Después de haber descansado por agotamiento, me he levantado algo dolorida por la puesta en marcha de la actividad. La mañana la he dedicado a cocinar con mi madre y a hacer limpieza de la terraza. Parecía que iba a ser un buen día y merecía la pena aprovechar la terraza para comer hoy en ella.

Decidió volver hacia casa tras un paseo corto

Por la tarde y sin prisa, hemos salido a dar un paseo. Los mayores de setenta años, dependientes o acompañados, disponen de un horario de dos horas, que durante la mañana va desde las diez hasta las doce, y por la tarde, pueden pasear de siete a ocho.

Ha sido un paseo tranquilo y hemos intentado evitar lugares de aglomeración, pero lo cierto es que, después de tantos días encerrados en casa, era normal que todo el mundo se echara a la calle a caminar. Era complicado encontrar lugares por donde transitar, sin que coincidiésemos con muchas personas.

Mi madre decidió volver hacia casa tras un paseo corto. Siente que se cansa y es normal después de días de inactividad. La vuelta, debemos asumirla con calma y paciencia, dejando que el propio cuerpo, nos guíe en ese nuevo comienzo. Estamos intentando adaptarnos a la actividad que nos permiten tener.

A partir de las ocho y media de la tarde, me preparé con mi ropa de deporte, mis zapatillas para caminar y una mochila. Supuse que, eligiendo otra ruta diferente a la que hice el día anterior, tendría más posibilidades de encontrar menos personas. Normalmente, cuando salgo a hacer esas rutas cualquier otro día, no encuentro a tanta gente andando por donde suelo ir.

Me equivoqué en el pensamiento, y efectivamente, había una cantidad de gente descomunal. Lo nunca visto, al menos en el principio de la ruta. Supongo que el hecho de ser fin de semana, y hacer un día magnífico en cuanto a temperatura, hicieron que todo fuese una revolución. Entiendo que todo se irá normalizando con los días y ojalá, pueda volver a hacer mis kilómetros con cierta calma y en mejor armonía, sin sentir agobio.

Aun así ha merecido la pena, darle actividad física al cuerpo, aprovechar la ventaja de tener alguna ruta verde cerca de casa, disfrutar de una puesta de sol hermosa, y aislarme con la música en mis oídos, pudiendo tener un tiempo de encuentro con mis pensamientos y la respuesta de mi cuerpo.