Nuevo reto, a partir de los cincuenta
Después de más de 27 años trabajados
Es momento de reflexión, de pararse a pensar y organizar las ideas. Nunca hubiera imaginado, que la pregunta que me hicieron en mi juventud:
¿Cómo te ves de aquí a veinte años?
Obtendría la respuesta que hoy os voy a dar.
Miro hacia atrás en el tiempo, y veo una joven de veinte años, ilusionada y llena de luz. Cree en sí misma y hará lo posible para demostrarlo.
Termino mis estudios como técnico superior en estilismo. Consigo un contrato para ser profesora en una academia de peluquería en Valladolid.
He tenido la suerte de trabajar y dedicar gran parte de mi recorrido profesional, a hacer lo que me apasionaba.
Ayudar a las personas, utilizando mi destreza, herramientas y conocimientos sobre imagen personal.
Esa fue mi vocación y pude desarrollar mi trabajo en diferentes sectores, incluso en el sector sanitario.
Después de ese recorrido, decido que es hora de hacer un cambio.
Soy madre y me estoy perdiendo momentos maravillosos de la vida de mis hijas.
Me transformo y apuesto por tener un horario más compatible con la crianza y educación de mis hijas. Aprovecho mi titulación como monitora de ocio y tiempo libre para enfrentarme a una nueva búsqueda activa de empleo.
Me adapto a diferentes desempeños en sectores muy distintos, como monitora.
Trabajo en eventos socioculturales en Aguilar de Campoo, Palencia, lugar en el que vivo y donde nacieron mis hijas.
Ayudante de cocina en el comedor escolar. Monitora atendiendo las necesidades de los niños de comedor, transporte escolar y actividades extraescolares.
Pasan tres años disfrutando de otra de mis debilidades, la educación y el aprendizaje con niños.
Decisiones en ese momento, me llevan a trasladarme y entonces, retomo mi perfil profesional como asesora de imagen en Santander.
Participo en la apertura de dos salones de peluquería de una franquicia. No disfruto al retomar mi oficio trabajando para personas poco profesionales, que provocan que la pasión por mi profesión decaiga.
Lo mejor de tanto recorrido, son el equipo de compañeros y personas con las que trabajo.
Dos años después, en mi ciudad, Valladolid, trabajo en un salón de peluquería.
Llega la pandemia de la Covid 2019.
Pasada la pandemia
Todo se vuelve muy complicado. En ese preciso instante, comienza mi calvario en la búsqueda activa de empleo.
Con cincuenta años, sin trabajo, delicada de salud, me enfrento a un reto que nunca imaginé.
En mi búsqueda activa de empleo, sin éxito, decido ponerme a estudiar. Me certifico en docencia de la formación profesional para el empleo, pretendiendo impartir certificados de profesionalidad de mi especialidad.
No estoy en activo como estilista y tampoco se promocionan cursos sobre mi especialidad en aquellos momentos, tras la pandemia.
A finales de 2021, consigo trabajo como dependienta en campaña de navidades, en el Corte Inglés en Valladolid. Otra nueva experiencia para añadir a mi curriculum.
Mi salud sigue deteriorándose, parece que la Covid 19, me afectó más de lo que imaginaba.
Sigo con mi búsqueda activa de empleo y cada cierto tiempo en el hospital, transcurren los meses sin cambios en mi situación profesional.
A finales de 2022, me llaman para hacer otra campaña en el Corte Inglés, en adornos navideños.
Siempre trabajé cara al público, pero ahora tras mi periplo por los hospitales, se me hace más difícil. Desenvolverme en grandes aglomeraciones, es para mi hostil por sentirme rodeada de mucha gente.
Finaliza el contrato en diciembre de 2022. No encuentro otra oportunidad hasta mayo de 2023.
Como monitora de campamentos urbanos, trabajo al aire libre, con niños, volviendo a inventar mi personaje con 53 años. Subida en tirolinas, realizando todo tipo de actividades que me sentaron muy bien, rejuveneciendo incluso un poco cada día, gracias también a jóvenes y fantásticos compañeros.
Como anécdota
Aún puedo sorprenderme contando mi experiencia un día de trabajo con los niños, al mes y medio de estar en el campamento. Terminó llevándome a un quirófano por una rotura de nariz durante un juego inocente. Al no poder incorporarme por baja por accidente laboral, terminó mi aventura como monitora.
Curiosidades sobre el SEPE
Durante la búsqueda activa de empleo, me han llamado en dos ocasiones del servicio público de empleo, para decirme que estaba seleccionada para trabajar como dependiente de productos de peluquería y cosmética. Puesto muy adecuado a mi perfil profesional.
Pues bien, la primera ocasión, al tardar tiempo en resolverse el proceso de selección y contactar con la oficina de empleo para informar de la situación, me responden, que la obra que realizaban en el local comercial que abrirían, se demoraba. Nunca se formalizaron esos contratos.
La segunda propuesta, hace un mes. Debía ponerme directamente en contacto con la empresaria. Esta me informó que la vacante estaba cubierta por una persona desde hacía más de una semana.
Nadie se molestó en actualizar la contratación y por tanto, la eliminación de la oferta de trabajo que seguían ofreciéndonos desde la oficina de empleo a varios candidatos.
Suma y sigue
El mismo día en que me daban el alta tras la rotura de mi nariz, contactaron conmigo desde una empresa. Se trataba de una entrevista que hice meses atrás, para trabajar como dependienta en una tienda de ropa en el centro de Valladolid, llamada Muestrarios.
Cuando salí de aquella entrevista, tuve un mal presentimiento a pesar de haber superado la entrevista. Las formas y agresividad con la que fui tratada, deberían haberme dado una pista para haber tomado otra decisión a la que tomé, que fue, aceptar el empleo para cubrir vacaciones de verano.
Del libro: DIME QUIÉN SOY
Julia Navarro
Un suceso denunciado y denunciable
Sentí el acoso, la humillación, la tiranía y prepotencia de personas poco humanas, nada profesionales, irrespetuosas y prepotentes, con abuso de poder desmedido.
Las referencias son importantes
Por lo tanto, tendría que haber leído las reseñas que se escriben en Google, para haberme dado cuenta de lo que suponía intentar trabajar bajo la despreciable forma de hacer de estas personas.
Opiniones de clientes, personas que vivieron experiencias incómodas y con gran desolación contemplaban en ocasiones frente a ellas, como trataban a los empleados, los dueños de las tiendas Muestrarios en Valladolid.
Decidí que sería mi último día en aquel lugar, ya que terminé mi jornada de trabajo, con una crisis de ansiedad, el corazón a más de 120 ppm. Estaba bloqueada y desubicada, en medio de la calle, sin saber a donde tenía que ir.
La situación me llevó al centro sanitario donde redactaron un informe sobre mi estado de salud, diagnosticada de ansiedad y con ansiolíticos.
Me cité con el servicio de empleo. Conté lo sucedido, y me recomendaron denunciar en inspección de trabajo.
Como consecuencia, la administración abrió un expediente a la empresa, por no haber dado formación a sus trabajadores. Por no haberse podido demostrar celebrando un juicio lo que relaté en la denuncia, según el servicio público de empleo, yo abandoné voluntariamente mi trabajo y por tanto, me sancionan sin poder reanudar el subsidio por desempleo.
Es sin duda, el único ingreso que probablemente ayuda a miles de personas y a mí, cuando estamos en esa búsqueda de empleo, para intentar sobrevivir.
Mi abundancia
Acabo de hacer cincuenta y cuatro años este diciembre. La única abundancia que tengo es la de mis amigos y familiares que me ayudan en este proceso de transformación y reubicación de vida.
Mis próximos pasos a seguir surgen a través de otra reforma profesional.
La pretensión es realizar otro certificado de profesionalidad, que, aunque no tenga nada que ver con mi perfil, sí tiene un alto porcentaje de empleabilidad, y apuesto por ello.
Conclusión
Espero haber explicado la trayectoria que en ocasiones la vida te ofrece. Este es mi recorrido como trabajadora, como autónoma, como persona, como madre, como superviviente.
Me considero afortunada porque tengo muchos apoyos de amigos y familiares, tanto económicos, como psicológicos y emocionales.
Esto no es un camino fácil para nadie, y todo lo nombrado antes, es absolutamente vital para creer en uno mismo, para sentirse apoyado, escuchado y sostenido, ya que, de no ser así, lo más cómodo sería tirar la toalla en esta batalla que es la búsqueda de empleo y sustento de vida.