De nuevo comenzando. Otro estado de alarma
De nuevo, el Gobierno lo aprobó el 25 de octubre de 2020 y declaró el estado de alarma en todo el territorio nacional para contener la propagación de infecciones causadas por el SARSCoV-2. A los efectos del estado de alarma, la autoridad competente es el Gobierno de la Nación. En cada comunidad o ciudad autónoma, la autoridad competente delegada es quien ocupe su presidencia.
El veintidós de junio finalizaba el estado de alarma declarado por el Gobierno de España, tras seis prórrogas, que nos mantuvieron aislados en casa sin poder salir. Algo más de tres meses intentando mantener la cordura por la incertidumbre, por no poder estar con nuestros seres queridos, por sentir la impotencia de ver como miles de personas fallecían día tras día, y no saber cuándo esa terrible situación finalizaría.
Otra ola de contagios de nuevo
A día de hoy, una nueva ola de contagios nos invade de nuevo, sin que podamos hacer mucho más que en los meses pasados. Tras el verano, el tiempo que ha pasado, y las medidas estrictas que han ido implementando, de nuevo suben las cifras de contagios. De nuevo, comienza a ser muy alarmante la ocupación en Uci en los hospitales en toda España y de hecho, está sucediendo lo mismo en Europa.
No parece que las medidas adoptadas hayan servido para frenar el ritmo del virus en su afán por invadir y destruir. Destruir nuestra forma de vida, nuestra economía, nuestras relaciones sociales. En definitiva, todo aquello que conocíamos y nos habíamos inventado en el mundo actual para vivir.
A la espera de una cura, una vacuna o tratamiento, me temo que quizá vuelvan a confinarnos en nuestras casas de nuevo. De momento, se ha decretado en prácticamente toda España, toque de queda. Hay algunas diferencias en cuanto a los horarios en comercios y servicios. En algunos lugares cerraron por completo, hostelería, negocios y centros educativos, los cuales siguen impartiendo sus clases de forma on line.
Sin nada que comer
En pocos días, serán ocho meses de situación insostenible. Sentíamos que habíamos logrado algo de estabilidad con la curva de contagios, que pareció descender notablemente en julio. Tras la gran movilidad durante las vacaciones en verano, sobre todo en el mes de agosto, comenzaron a dispararse de nuevo los contagios y positivos de forma alarmante.
Seguimos escuchando día tras día, noticias sobrecogedoras que no hacen más que alimentar nuestra ansiedad, nuestra decepción. La incertidumbre de no saber en qué momento podremos recuperar estabilidad en nuestras vidas en todos los ámbitos.
Crecen los cierres de negocios, los despidos y la imposibilidad de encontrar empleo. Las relaciones sociales y familiares cada vez se acotan y se tiene una sensación de aislamiento, desvinculación de todo y de todos. Hay muchas personas en condiciones muy precarias. Solo les queda acudir a comedores sociales y entidades que a pesar de todo, prestan su ayuda para hacerles llegar algún alimento después de hacer infinitas colas pacientemente.
Hacernos creer, lo que no es
Con este panorama político, social y económico en el que la mayor parte de las personas somos conscientes de lo que está pasando, pretenden hacernos creer que todo sigue o ha de seguir, como si nada.
Personalmente, me cabrean bastantes cosas que a día de hoy siento que son un despropósito y falta de respeto descomunal hacia el prójimo. Por ejemplo, tener que ver como se han instalado prácticamente en todas las ciudades, las malditas luces navideñas. A mi entender, no tenemos mucho que celebrar (algunos el estar vivos o que nuestros seres queridos estén bien y poco más) y sin embargo, tenemos mucho que reflexionar.
Las luces que ocasionan un gasto desproporcionado, imagino que nos sobran a la mayoría. Según están las cosas, en muchos hogares no tienen cómo sobrevivir al día, necesitan ayuda, no luces preciosas.
No hacemos más que soportar a través de las redes sociales, el acoso continuo de vendedores de humo que con su verborrea amable, sensible y correcta, pretenden hacernos creer que todo avanza, que se recupera la economía y el empleo, que en nosotros está la fuerza para alcanzar nuestras metas, que debemos de ser positivos…
Y pienso yo, en los miles de personas que llorarán por la pérdida de sus familiares, los miles de personas que no tendrán otro remedio que cerrar sus negocios, los miles que no cobraron sus ayudas, los miles que buscamos empleo, los miles que hacen cola durante horas para resolver su situación sea cual sea…no podemos mirar de cara al día y ser positivos, lo intentamos, pero no nos sale.
La incertidumbre llamó a la puerta y se quedó
Hace meses que la incertidumbre llamó a la puerta de muchas personas y se quedó. Se quedó para recordarnos que no sabemos qué pasará mañana. Se quedó para hacernos sentir frágiles e insignificantes ante la enfermedad porque no saben quiénes no se han contagiado, cuándo o cómo lo harán. La incertidumbre que nos plantea pensar en las secuelas que tendremos los que fuimos contagiados, que ya comienzan a aparecer y manifestarse. La incertidumbre de no volver a vivir como antes lo hacíamos.
En mi caso, he de deciros que me siento afortunada por poder contar todo esto. Después de cinco meses que han pasado desde que comencé a recuperarme de Covid19, de reflexionar sobre tantas y tantas cuestiones tras vivir esa experiencia, tengo un sentimiento de alivio porque ya lo viví, aunque me sigue preocupando el entorno y las circunstancias que aún nos rodean y el hecho de que después de todo este tiempo, estamos como al principio, comenzando de nuevo.