DÍA QUINTO. Jueves 19 de Marzo. 23:55h.
DÍA QUINTO. Jueves 19 de Marzo. 23:55h.
Hoy por obligación nos tocó salir de casa.
Ayer no quise que mi madre corriera el riesgo de salir para ir al hospital, donde le están haciendo un tratamiento de ponerle en vena dosis de hierro.
Lleva un par de años con anemia y no logran dar con el problema, no saben por dónde se va esa sangre.
Ayer intentamos que nos dijeran por teléfono si esas citas estaban anuladas, y nos contestaron que los médicos estaban llamando a los pacientes para informarles.
Al no recibir noticias, decidí no llevar a mi madre al hospital. Pero durante la mañana recibimos la llamada de la doctora al haber echado en falta la asistencia de mi madre a su cita y dijo que fuéramos hoy.
Hoy al hospital
A las ocho y media de la mañana nos subimos al coche con toda la incertidumbre de no saber qué nos íbamos a encontrar en el hospital y cómo se iban a desarrollar los acontecimientos.
A mí no me hacía ninguna gracia ir, mi madre tiene diferentes patologías y es un claro integrante del grupo de mayor riesgo frente al coronavirus y no me parecía que fuera urgente o prioritario salir.
Llegamos al hospital y allí la dejé, en la sala de oncohematología.
Me sorprendió la calma y tranquilidad del momento
la poca gente e incluso, las medidas de seguridad, no parecían tan alarmantes como te lo hacen ver en la tele. Pero claro, estamos todavía por alcanzar el pico de contagios y ya llegará lo más chungo en breve.
Le dieron una mascarilla, pues nosotras ni pudimos hacernos con ellas, ni las encontramos en la farmacia. Tampoco el alcohol o varios productos que han desaparecido de las estanterías de muchos supermercados.
Llevábamos guantes, eso sí, pero te sientes tan vulnerable que todo parece poco, y en realidad, me parecía poco por protegerla a ella.
Parece que se repite en los patrones de contagios, que yo no seré tan vulnerable como mi madre puede serlo, aunque no se sabe, ha habido personas jóvenes que también han muerto.
Me marché a casa esperando su llamada
Después de tres horas, fui a recogerla y nos fuimos a casa. Le explicaba las medidas de seguridad obligatorias que debíamos tener al llegar a casa, como si de una niña se tratara.
Ella no había salido a nada desde que llegó de su viaje. Le expliqué lo importante de no tocar nada, descalzarnos al llegar y dejar los zapatos en una bolsa aparte, quitarse los guantes con sumo cuidado y lavarse las manos insistentemente.
Es una sensación extraña, en realidad, todo lo es, pero parece singular pensar que ese hecho cotidiano de higiene ahora suponga una gran diferencia.
Después me dispuse a bajar basura y fui a la farmacia a por un termómetro, que curiosamente el que teníamos se había resbalado de manos de mi madre y siendo de mercurio, imaginad qué sucedió.
Al llegar a la farmacia, gente esperando, todos guardando las distancias de seguridad y entrando de uno en uno para ser atendidos. Tras salir de allí me dirigí a Mercadona a comprar algunos enseres para no esperar al fin de semana y tener alimentos en el congelador para preparar comida, y con todo eso, regresé a casa «nuestro lugar de refugio».
Para comer
Preparé un poco de salmón al horno con eneldo y unos champiñones y al finalizar, me tomé un antiinflamatorio pues me duele la cabeza desde ayer y estoy floja, me duelen los músculos y me siento cansada, y es por eso, que había estado tomándome la temperatura y el termómetro acabó en el suelo al guardarlo.
Entiendo que tengo congestión, toso algo, y moqueo y el antiinflamatorio me alivia, pero sin duda estoy preocupada por si pudiera caer enferma o lo que es peor, contagiar a mi madre.
¡Qué sensación de impotencia e incertidumbre!
Me tumbé en la cama y dormí un rato, había dormido mal la noche anterior y como digo, me encontraba mal, como si me hubiera pasado por encima una manada de elefantes.
Al levantarme, imprimí la letra de la canción que cantamos a las ocho cuando salimos a los balcones y ventanas a aplaudir, para que mi madre la cantase conmigo y eso hicimos.
Luego estuve leyendo un resumen del libro El cisne negro, por Nassim Nicholas Taleb, recomendación que me hizo mi amiga Isis, en los tiempos que corren, una lectura interesante.
Algo de cenar y escribir este diario antes de acostarme, me sirve de repaso, y será interesante leerlo después de pasado el tiempo. Espero sea provechoso y de gran aprendizaje como todo esto que está sucediendo y que deseo que pase pronto.