Veinte años después
Veinte años después.
¿Sabes qué ha sucedido durante estos veinte años?
Prácticamente no me acuerdo de algunas cosas, pero veinte años después, son muchos años para no querer recordar
algunos momentos y por el contrario, querer rememorar algunas situaciones.
¿Qué hace que decida elegir un destino para vivir hace veinte años?
Seguramente el lugar es uno de los más hermosos que he visto. Un entorno privilegiado, rodeado de montañas y naturaleza, a los pies de una de las vistas más espectaculares que puedo contemplar a cinco minutos de mi casa.
Aguilar de Campoo.
Muchos factores influyeron en aquel preciso instante de tomar la decisión hace veinte años. Un lugar único y privilegiado, trabajo, calidad de vida…
Haciendo balance de todo lo vivido durante estos veinte años
Debo reconocer los beneficios que me ha aportado a mi este lugar.
Me ha fortalecido física y psicológicamente, me hace darme cuenta de lo vinculada que me siento a la naturaleza y cuánto la necesito cuando no estoy aquí. Me transmite calma la cercanía a una orilla llena de silencio y el murmullo del agua, me motiva y me transporta, siempre me reconforta.
Su clima me ha envuelto de momentos impresionantes y vistas irrepetibles, me ha hecho dura y resistente y ser de fuera, ser de otro lugar, me ha hecho darme cuenta de las ventajas e inconvenientes que eso ha representado para mí y para otras personas en mi misma situación.
Hace veinte años llegué llena de ilusiones y enamorada del lugar.
Fuí capaz de adaptarme en el año 1997 y superar las barreras a través de mi trabajo, iniciando mi negocio como asesora de Imagen, e intentando inventarme cada día, para no caer en la rutina y la monotonía.
Experimenté mi creatividad durante quince años, entregada, apasionada y deseando crecer con lo que hacía, ofreciendo de mí lo máximo, cuidando los detalles con el entorno y con las personas, que para mí, son fundamentales.
En realidad, a eso me dedico y entendí que mi trabajo era tratar con personas de una u otra manera y me gusta escuchar, aprender de ello y dar algo a cambio de mi misma en cada ocasión.
Además de mi trabajo, la vida social era imprescindible para pertenecer, para ser y estar.
Asistir a muchas de las opciones que el lugar nos planteaba, como clases de bailes de salón, lugar donde hice mis primeros amigos, (que tengo la suerte de conservar hoy en día). Las visitas al gimnasio durante la semana, para mantenerse en forma y recorrer los parajes y montañas más o menos cercanos.
Conocer los lugares recónditos y mágicos que nos rodean, fuentes, ríos, embalses, bosques, laberintos de rocas, cascadas, nieve, sol, frío, lluvia y viento del norte…
continúa…