DÍA SEGUNDO. LUNES 16 de Marzo. 03:07h.
DÍA SEGUNDO. LUNES 16 de Marzo. 03:07h.
He conseguido dormir más tranquila, quizá porque ella está en casa y sé que el resto de mi familia también está bien.
Es el segundo día y tras levantarme, chatear con mis hijas, y desear a su padre que es enfermero, que tenga un día no demasiado difícil, pienso en lo que haré.
Después de una ducha y el desayuno, me preparo para salir a la calle a resolver varias cosas.
Bajar basura, intentar meter mi coche en el garaje
Hay un nuevo vehículo aparcado al lado de mi plaza, ahora es mucho más grande y lo que yo llevaba practicando cinco meses atrás, eran movimientos al lado de un vehículo mucho más pequeño.
No tenía un brazo lesionado que ahora tengo, y mover el volante, me trastoca la energía y me cabrea por el dolor.
Acabo metiendo el puñetero coche en su sitio
Sin incidencias y sigo con mi labor. Me acerco a otro supermercado y no el que está bajo mi casa en el que observé al salir del portal, que un guarda de seguridad daba paso uno a uno a las personas que se encontraban fuera en la calle esperando en fila india.
Guardando la distancia de seguridad que se nos ha recomendado guardar para no juntarnos y aglomerarnos, en vista de la gran agresividad que posee el virus en su expansión y contagio.
Sorprendentemente, era una imagen insólita
Pero mucho más agradable en todo caso, que los días anteriores. El alarmismo, hizo de muchas personas su amigo de compañía y decidieron salir a la calle como si se acabara el mundo en búsqueda de carros repletos de comida, enseres, y sobre todo, papel higiénico y tomate frito, algo que desapareció de las estanterías de los mercados, de una manera intrigante y desconcertante.
Es el segundo día y gente haciendo compras compulsivas
Llenando sus casas de cantidades ingentes de comida no perecedera, dejando sin suministros las estanterías por la gran afluencia a los supermercados, desde el momento en que se decretó el cierre de toda la actividad educativa, cultural y social.
Parece que hemos conseguido ponernos en orden y acatar las órdenes que vienen del gobierno. Luego la noticia será cuando todo esto pase, la cantidad de comida y alimentos caducados y que algunos tenían en casa papel higiénico para empapelar España y parte del extranjero.
En fin, la raza humana, deshumanizada.
En mi búsqueda de algún alimento fresco, veo que en el otro supermercado, la posibilidad de comprar es más calmada, parece haber prácticamente de todo en las estanterías. Me llevo pan, fruta y verdura para cocinar en casa.
La temperatura ha caído muchos grados desde los días anteriores
Imaginaba mientras andaba hacia casa, que ese tremendo frío y viento, incluso nieve, que cayó por la mañana, junto con granizo y lluvia, eran los peores acompañantes de las personas que aún teniendo que estar en casa, no pueden hacerlo porque viven en la calle.
¿Qué pasa con esas personas?
Me pregunto, no ahora, sino siempre. Siempre que ocurre una catástrofe, me hago la misma pregunta. Pregunta que no tiene respuesta, solo la que deseo crear para aliviar mi desconsuelo.
La creencia de que algunos de esos sin techo, quizá consigan dónde dormir, en refugios y centros que los acojan y se ocupen de ellos.
Para entrar en casa
Voy pensando qué hacer y cómo hacerlo bien. Me descalzo y meto los zapatos en una bolsa, pueden estar contaminados. Sin tocar nada, paso con cautela al baño y me lavo enérgicamente las manos con agua y jabón, principal e importante deber a tener muy en cuenta, porque parece ser vital que algo tan sencillo como ese gesto, consiga que paremos la expansión del virus que está consiguiendo matar a miles de personas en el mundo. Curioso, ¿no?
Procedo con sumo cuidado y siendo muy consciente de lo que hago, aunque siempre tengo preguntas, como por ejemplo,
Los alimentos que llevamos a casa, ¿estarán contaminados? ¿la ropa que llevo, la ropa que llevan los demás?, ¿cuánto tiempo está el virus activo encima de una superficie con la que convives a diario y que jamás te pareció peligrosa?
No sé, muchas preguntas que se te ocurren según te mueves cada minuto y vas a realizar una acción en tu día a día.
Pongo música en la cocina
Me gusta cocinar relajada y disfrutando y eso era lo que necesitaba hacer hoy. Ayer conseguí algún ingrediente de mi pisto y hoy, algún otro que ayer no había en el supermercado. Comencé a disfrutar del aroma de las verduras en la cazuela a fuego lento, imaginando el sabor e intentando olvidar por unos instantes en qué situación nos encontramos.
Mientras troceo las verduras, hago videoconferencia con mis hijas. Están a ciento cincuenta kilómetros de distancia.
Conversamos sobre las actividades que los profesores están enviando a través de las plataformas educativas para hacer llegar a todos los estudiantes, los trabajos, tareas e indicaciones necesarias para continuar con el curso escolar. Una metodología que por suerte para muchos es familiar, pero que para los más pequeños, supondrá una aventura y un que hacer diferente en su vida como estudiantes, y esta vez, sin tener que ir al cole.
Mientras el pisto va tomando forma, me dedico a limpiar con lejía, la entrada y picaportes, los interruptores de la luz, los baños. Uno que usa mi madre y el otro lo uso yo, quizá así, evitemos problemas.
La tarde pasa tranquilamente entre ver novelas mi madre en televisión y yo entretenida leyendo noticias en mi habitación frente al ordenador.
Decido darme un respiro y ponerme frente al piano para aliviar tensión y llegar a la noche, suponiendo que lo que he hecho servirá de algo, que es un día más o uno menos del proceso de reclusión que nos toca vivir para intentar salir de esta.
¡Ah! y el pisto estaba buenísimo. Mañana, más y espero que mejor.